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Autores:

Víctor Ruggieri y Claudia Arberas

Clínica de Neurología. Hospital Garrahan. Buenos Aires. Argentina

RESUMEN

Los trastornos del espectro autista (TEA) son más prevalentes en varones, pudiendo variar la proporción entre 1,4 y 15,7 a 1, dependiendo de las muestras analizadas. Es probable que exista un sub-registro de mujeres con TEA, en especial en aquellas con alto rendimiento cognitivo, posiblemente relacionado a las técnicas de evaluación utilizadas e incluso al grado de alerta respecto de las diferencias naturales de la conducta social en varones y mujeres.

Las mujeres con TEA tienen en general un mejor desarrollo lingüístico temprano, mejores habilidades sociales e incluso pueden desarrollar juego pretendido. Sus intereses pueden ser similares a los de su grupo de pares, lo que puede enmascarar el diagnóstico, aunque los mismos en general varían en intensidad y calidad. Por otra parte es aceptado que la diferencia en las habilidades sociales se observan más claramente en la adolescencia.

Desde el punto de vista neuropsicológico la teoría del cerebro masculino extremo y factores neurobiológicos como el factor protector femenino, variantes en la plasticidad cerebral (menor umbral en varones con mayor susceptibilidad) y factores genéticos y epigenéticos, todos ellos relacionados a compromiso en la neurogénesis cerebral, comprometiendo el normal desarrollo del cerebro social, son evocados como posibles hipótesis que justifican esta menor prevalencia y las variantes clínicas en mujeres.

Si bien la mayor prevalencia de TEA en varones parece tener una clara explicación neurobiológica y genética es factible que en los próximos años podamos identificar un mayor número de mujeres con TEA, reconociendo las características propias de las mismas.

Un mayor nivel de alerta respecto de la variabilidad de expresión y técnicas más específicas de evaluación seguramente permitirán mejor detección.

Teniendo en cuenta estos aspectos es que es fundamental la observación del desarrollo típico y las actividades sociales de las niñas durante sus primeros años de vida, ya que muchas veces, se pierde de vista el contexto social y son aceptadas como “conductas típicas” de mujeres actitudes de juego solitario y patrones restringidos de intereses, aunque coincidan con los de sus pares, lo importante será tener en cuenta entonces la calidad de estos intereses, la intensidad de los mismos y si comprometen otros aspectos sociales.

En este trabajo nos proponemos analizar los aspectos clínicos y evolutivos, la variabilidad de expresión en las mujeres en relación a los varones, las posibles bases neurobiológicas y genéticas que justifican la mayor prevalencia y diferencias de expresión.

 

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