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Definición:

La epilepsia es una enfermedad que se manifiesta por los síntomas clínicos derivados de un aumento de la excitabilidad eléctrica de las células cerebrales (neuronas), que descontrola el funcionamiento equilibrado de la corteza cerebral y provoca las “crisis epilépticas”.

Las crisis pueden provocar pérdida de conciencia, convulsiones, cambios en el comportamiento o en la atención, y se producen tanto por el día como por la noche.

Origen y tipos de epilepsia:

Dependiendo en que parte del cerebro se produce esa hiperexcitabilidad, los síntomas varían y condicionan diversos tipos de epilepsias, sobre las que existe una clasificación internacional.
Unas se denominan “primarias” y no tienen causa evidente. Suelen tener una base genética y no afectan al intelecto, por lo que los niños que la padecen pueden hacer una vida prácticamente normal.
Otras son las “secundarias” que suelen tener otros síntomas acompañantes o hallazgos patológicos propios de la lesión o de la disfunción cerebral que condiciona la epilepsia infantil. Estas son las mas difíciles de controlar.

Edad de aparición y frecuencia:

El 75% de las crisis epilépticas debutan antes de que acabe la adolescencia tardía, o sea antes de los 16-18 años. Por eso los neuropediatras, (neurólogos infantiles) son especialistas en la epilepsia, ya que una quinta parte de sus pacientes presentan crisis epilépticas.

La incidencia total de la epilepsia en España se cifra en 50 casos nuevos por 100.000 habitantes al año y su prevalencia en 2,7-40 casos por 1.000 habitantes. Esto supone para España alrededor de medio millón de afectados, y concretamente para la Comunidad Valencia casi 50.000 casos. En Europa 40 millones de personas presentan antecedentes de crisis epilépticas en algún momento de su vida y en la actualidad hasta 6 millones padecen epilepsia activa (0,4-0,8% de la población). Sobre la población infantil la prevalencia en España es de 8 casos por 1.000 habitantes.

Tipos de crisis:

Las crisis mas comunes son las generalizadas, (o crisis de “gran mal”), que se acompañan de convulsiones, movimientos de las extremidades, y pérdida de conciencia. Aunque son las más aparatosas, suelen asociarse a personas que tienen un desarrollo intelectual normal.

Las ausencias, (o crisis de “pequeño mal”), también son crisis generalizadas con pérdida de la conciencia momentánea, y mirada perdida, pero sin tener convulsiones y sin caer al suelo. Tienen una mayor incidencia en la edad escolar y como suelen ser de breve duración, de unos 5 a 15 segundos, pueden pasar desapercibidas y confundirse con problemas del aprendizaje hasta que las ausencias son mas evidentes y prolongadas.

Las crisis focales pueden ocurrir con o sin pérdida de conciencia y los síntomas varían según el sitio donde se produce la descarga cerebral.

Las crisis epilépticas mas graves en los niños lactantes pequeños son los llamados “espasmos en flexión” que son breves movimientos de flexión de las extremidades, que ocurren en salvas durante unos 5 a 10 minutos y varias veces al día.

¿Cómo se sospecha una epilepsia infantil?

Cuando se tienen “convulsiones” es evidente, puesto que son movimientos de extensión y flexión de los brazos y las piernas, y se denominan convulsiones tónico-clónicas, que pueden ser generalizadas o localizadas en un hemicuerpo o una sola extremidad. Cualquier episodio de “pérdida de conciencia” o desvanecimiento debe hacer pensar en una crisis epiléptica, aunque también haya que descartar un cuadro sincopal. En los casos de epilepsias generalizadas suele haber incontinencia de esfínteres, generalmente urinaria. También debe sospecharse cuando se queda una persona parpadeando con la “mirada fija” o al vacío.

En general cuando se observan cosas “raras” hay que pensar que algo puede pasar en el cerebro, como en los niños las ausencias, los “espasmos” o los episodios de “cabeceo” sin sentido. Debe tenerse presente por otra parte que un niño puede tener crisis epilépticas y no necesariamente perder completamente la conciencia. Si ocurren durante la noche generalmente lo hacen con emisión de sonidos o habla incongruente, sin recordar luego lo sucedido, debiendo en esos casos descartar que se traten de episodios de terrores nocturnos, que no son de origen epiléptico y el registro EEg sea normal.

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